Esperanza Puente se sometió a un aborto, de forma
voluntaria, hace casi 20 años. Sola y con un hijo pequeño, vio el aborto como
única salida a sus problemas. Hoy, Esperanza trabaja de forma incansable en la
erradicación del aborto y dedica su tiempo a ayudar a mujeres que han pasado
por lo mismo que ella. Ha contado su testimonio en congresos nacionales e
internacionales, en colegios, institutos, universidades y foros médicos. Una de
las integrantes del equipo de Cultura de la Vida de Arguments ha tenido oportunidad
de hablar con ella.
- ¿Cuáles fueron las causas que le llevaron a tomar una
decisión como es someterse a un aborto?
- La soledad, la falta de información y la falta de tiempo.
Me ofrecieron el aborto en 24 horas y en una situación de miedo, no es tiempo
para tomar una decisión de ese calibre.
- Son muchos los que defienden el aborto y dicen que es
sinónimo de libertad de decisión, ¿la suya fue una decisión plenamente libre?
- No es una decisión libre porque está muy condicionada;
siempre hay un condicionamiento por el que la mujer se ve abocada al aborto.
Prevalece mucho la presión, no sólo social sino familiar, especialmente del
entorno. Y no son muchos los que defienden el aborto, lo que ocurre es que son
los que tienen dinero y los que hacen más ruido pero la mayoría de los seres
humanos que habitamos en el planeta no apoyamos el aborto.
- ¿Tuvo problemas psicológicos después de someterse a este
aborto?
- En mi caso tuve problemas desde que se me realizó el
aborto. Tuve problemas psicológicos con depresión, con angustia, con ansiedad,
mi estado de ánimo era una montaña rusa… Mi vida cambió en negativo. Hay muchas
maneras de autolesionarse la mujer después de un aborto provocado, desde
somatizar de enfermedades que no tienes hasta “me apetece un vaso de agua y no
me lo bebo”. De un extremo a otro se pueden meter cualquier tipo de
autolesiones; cada mujer es un mundo. Lo que sí es cierto es que después de un
aborto hay muchas maneras de autolesionarse. Yo tardé un año en pedir ayuda.
- Porque de estas consecuencias, que sin duda existen, no se
informa a la mujer que va a someterse a un aborto, ¿no?
- No sólo no se informa sino que, a día de hoy, que hay
tantos adelantos y no sólo estudios que demuestran que existe el síndrome
post-aborto, aún hay profesionales de la psicología y la psiquiatría que
aseguran que no pasa nada, que se olvida. La realidad es muy distinta. No es un
hecho como el que va a sacarse una muela. Es un hecho traumático, violento,
contrario a la mujer, a su esencia como ser humano. Tiene consecuencias sí o
sí. Hay mujeres que tardan más, que entran en un proceso de negación que puede
durar años y que aparentemente puedan vivir como si no hubiera pasado nada .
Eso no les garantiza que en cualquier momento de su existencia puedan sufrir el
trauma post-aborto. De hecho, yo me estoy encontrando mujeres que han abortado
hace 15 ó 20 años y que han vivido como si no hubiera pasado nada, pero luego
el nacimiento de un nieto, todo lo que tiene que ver con bebés, puede romper
con ese silencio de conciencia y saltar con toda su virulencia.
- Dice que tuvo consecuencias psicológicas durante muchos
años a consecuencia de su aborto. ¿Ha superado ya la muerte de su hijo?
-Sí y no. El síndrome post-aborto ya está superado, tuve que
pedir ayuda psiquiátrica y mi diagnóstico fue crisis de ansiedad aguda en grado
máximo. Y como las mujeres estamos condenadas al silencio y a la soledad
después de un aborto, nos cuesta mucho hablar de ello e incluso contarlo a los
profesionales que nos pueden ayudar. Yo tardé 8 meses en contarle al psiquiatra
que había abortado y una vez que lo conté la terapia cambió. El síndrome
post-aborto lo superé, que es la herida humana. La herida espiritual también
porque a fin de cuentas es un hecho tan traumático, que afecta tanto a la mujer
en lo más profundo de su existencia, al final la herida espiritual hay que
curarla; tanto si tienes fe como si no la tienes. Quiero decir, las mujeres que
no tienen fe también tienen herida espiritual porque no somos seres vivientes
que pululan por la vida, somos algo más. En el caso de las mujeres que tienen
fe es un poquito más fácil porque tienes la esperanza del perdón. En todo caso,
Dios tuvo sus tiempos y también esa herida… El duelo por el dolor de esa
pérdida es más complicado, superar el duelo por esa pérdida para nosotras, las
mujeres que hemos sufrido un aborto, es un poquito más complicado porque no lo
hemos visto, no lo hemos tocado, no lo hemos personalizado pero sí tenemos la
certeza absoluta de que ha existido. Y el duelo a veces se atasca un poco más.
No superarlo y que se atasque forma parte de la autolesión. Es decir, de alguna
manera tengo que tener algo que me haga daño, que me duela… Yo estoy en fase de
terminar de superar el duelo, de hecho durante muchos años de haber superado el
síndrome post-aborto, el duelo lo tenía perfectamente atascado. Un profesional
en un congreso me dijo: “Tú el duelo no lo has pasado”. Y lo le dije: “Pues va
a ser que no”. “Pues hay que pasarlo porque eso es un dolor que está ahí
interno, que duele y que hay que curarlo”. Yo en mi caso, gracias a Dios, lo
estoy curando. Que he perdido un hijo o que tengo un hijo muerto, eso nunca se
olvida
- Hace unos años acudió a la ONU, donde expuso su caso. Este
fue el primer testimonio de este tipo ante un organismo internacional, ¿cómo
fue la experiencia? ¿Cree que su testimonio ha influido en la ONU en relación a
las leyes que regulan el aborto?
- Fue increíble, no tengo palabras para describirlo. Fui con
un discurso preparado con mi testimonio. No estaba previsto que yo lo diera.
Una senadora americana me dejó tiempo de su tiempo para que pudiera dar ese
pequeño discurso. Yo no me desprecio, pero allí me sentía como una hormiga en
medio de elefantes. Fue increíble. Fue una experiencia que me ayudó a decidir
que yo voy a ir a donde quiera que me quieran escuchar para contar esa otra
realidad del aborto que tanto se quiere quitar. No sólo los que defienden el
aborto, los que defienden la vida hacen una labor estupenda en todo el mundo,
pero hay que darle más cobertura a las mujeres que han sufrido un aborto. Hay
que contarle al mundo lo que pasa después y somos muy pocas a nivel mundial por
lo que le he dicho antes, por la dificultad para hablar de ello, por la
vergüenza, por el dolor, por la culpa. Hay que ayudar a las mujeres y hombres a
dar testimonio para que el mundo se entere de que el aborto es un hecho
traumático y es un dolor que hiere profundamente al ser humano y que tiene
consecuencias para todos. La primera víctima es el niño por nacer que se muere,
pero detrás de él va la madre, el padre, los hermanos, los abuelos, el entorno
laboral de la mujer… Al final, a la sociedad en general le acaba afectando que
seres humanos mueran de esa manera.
- Es evidente que el aborto afecta a muchas personas y, sin
embargo, en nuestro país, las cifras indican que el año pasado, alrededor de
120.000 mujeres se sometieron a un aborto. Es evidente que el número de abortos
se ha multiplicado en España en los últimos años. ¿Cómo cree que puede ponerse
fin a esto?
- Las cifras son cifras oficiales que ya es una barbaridad.
Las cifras extraoficiales superan con creces esa cifra. Lo que hay que hacer es
hablar de lo que pasa, concienciar a la ciudadanía. Las leyes pueden cambiar o
no y es verdad que las leyes son pedagógicas pero es verdad que la ciudadanía
se ha acostumbrado. Se ha asociado “está en la ley, es bueno”. A lo largo de
los años, sobre todo en los últimos 50 años, los que defienden el aborto son
menos pero hacen mucho ruido y han hecho el mal muy bien hecho y han conseguido
que las sociedades acepten el aborto como algo que no pasa nada. Hay que romper
eso pero del tú a tú; con el de al lado, con los hijos, con la familia. Hay que
hablar con la verdad que es muy distinta. La realidad en la que nos vemos
involucrados las mujeres y hombres que participamos en un aborto no tiene nada
que ver con lo que nos cuentan.
- En este sentido, ¿tiene constancia de alguna mujer que iba
a abortar y no lo ha hecho después de escuchar su testimonio?
- Sí. Es muy duro contar el testimonio y es muy duro hablar
con chicas y que luego pasen por un aborto. Pero es una satisfacción saber que
hay mujeres que, gracias a tu testimonio, han decidido no abortar y están
felices con sus hijos. Es una satisfacción para seguir luchando y seguir
adelante en esta labor de intentar hacer las cosas, de hacer el bien.
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